Estos miedos infantiles cumplen una función protectora mientras el cerebro aprende a interpretar el mundo. Acompañarles no consiste en eliminar el miedo, sino en enseñarles a entenderlo y a avanzar incluso cuando aparece.
Así, desde la psicología ayudamos a los niños a reconocer lo que sienten sin asustarse por sentir, distinguir entre un pensamiento temeroso y la realidad, y dar pasos graduales hacia su autonomía, sin evitar aquello que es importante para ellos.
Con apoyo adecuado, la oscuridad deja de vivirse como una amenaza y se convierte en una oportunidad para fortalecer su confianza. Vamos a verlo en detalle a continuación.
¿Qué es el miedo a la oscuridad y por qué aparece en los niños?
El temor a la oscuridad forma parte del desarrollo emocional. No se trata solo de no ver, sino de la sensación de vulnerabilidad que surge cuando faltan referencias visuales y la imaginación se activa. En ausencia de luz, el cerebro interpreta más riesgos de los que realmente existen.
El miedo a la oscuridad en niños suele aparecer entre los 3 y los 7 años, etapa en la que estos pequeños desarrollan una imaginación muy viva y aún no distinguen del todo entre fantasía y realidad. Temor a sombras, sonidos o “monstruos” es habitual en esta fase.
Es importante diferenciar un miedo evolutivo (que aparece en momentos concretos, como la hora de dormir, y permite un funcionamiento normal durante el día) de un miedo persistente que afecta al sueño, provoca evitación o interfiere en actividades cotidianas.
El miedo a la oscuridad también se relaciona con otros miedos infantiles (separación, ruidos, monstruos), ya que comparten un mismo origen: la necesidad de sentirse seguros. Por tanto, comprender estas conexiones ayuda a abordar el miedo de manera global.

Síntomas y señales de que este temor está afectando al bienestar del niño
Cuando el miedo deja de ser evolutivo y empieza a interferir en el día a día, suelen aparecer ciertas señales claras. Te dejamos las situaciones y comentarios más destacados que los padres nos transmiten en nuestra consulta de Sanchinarro:
- Dificultad para dormir solo o despertares nocturnos
Pueden negarse a ir a la cama solo, piden compañía para dormirse o se despiertan llorando y buscan la presencia de un adulto.
“Mi hijo se duerme en su cama, pero a las dos horas aparece en nuestra habitación diciendo que tiene miedo y no quiere volver solo.” - Evitar de habitaciones oscuras
Evitan pasillos, baños o zonas poco iluminadas y retrasan tareas básicas para no enfrentarse a esos espacios.
Por ejemplo, el niño pide que alguien lo acompañe incluso en pleno día “por si acaso”, o suele jugar en un lugar común en presencia de alguien, evitando su habitación. - Dependencia de luces o adultos
Necesitan varias luces encendidas, puertas abiertas o la presencia constante de un adulto para poder dormirse.
Por ejemplo, “solo se duerme si me quedo sentada a su lado. Si intento salir, se levanta llorando.” - Ansiedad anticipatoria
El miedo no aparece solo en la oscuridad, sino antes: durante la cena, al prepararse para el baño o al acercarse la hora de acostarse. El niño puede preguntar repetidamente si habrá luz, si oirá ruidos o si alguien estará cerca. Además, aparecen algunas quejas somáticas: “me duele la tripa”, “me mareo” justo antes de ir a dormir. - Irritabilidad o cambios de comportamiento
El mal descanso y la tensión acumulada pueden traducirse en rabietas, menor tolerancia a la frustración o cansancio durante el día.
Por ejemplo, padres que comentan que el niño está “más irritable últimamente” o “agotado durante el día”.
Causas de estos miedos infantiles a la oscuridad
El miedo a la oscuridad en niños puede surgir por múltiples factores que combinan desarrollo, ambiente y emociones. Estas son las causas más habituales:
- Desarrollo evolutivo y fantasía
Entre los 3 y 7 años la imaginación crece más rápido que la capacidad para distinguir realidad y fantasía. La oscuridad facilita la aparición de imágenes o “peligros” imaginados.
Trabajo en consulta: se analiza edad, tipo de miedos y coherencia con su etapa evolutiva. - Estímulos antes de dormir
Pantallas o contenidos excitantes activan el sistema nervioso y favorecen que aparezcan imágenes que reaparecen en la oscuridad.
Trabajo en consulta: se revisan rutinas nocturnas, nivel de activación y uso de dispositivos electrónicos. - Imaginación muy activa
Algunos niños crean historias y visualizan escenas con gran facilidad, lo que puede intensificar el miedo cuando hay poca luz.
Trabajo en consulta: se observa su forma de jugar, dibujar y describir situaciones ambiguas. - Acontecimientos estresantes recientes
Algunos cambios como el inicio escolar, una mudanza, el nacimiento de un hermano o discusiones en casa pueden aumentar la vulnerabilidad emocional y hacer que la oscuridad se viva como un momento de inseguridad.
Trabajo en consulta: se recoge historia reciente y nivel de estrés. - Ansiedad infantil no identificada
A veces el miedo a la oscuridad refleja una ansiedad más amplia: miedo a separarse, preocupación excesiva o dificultad para manejar incertidumbre.
Trabajo en consulta: se exploran otras áreas: problemas en el colegio, relaciones, autonomía. - Temperamento del niño
Niños sensibles, cautelosos o con mayor reactividad emocional tienden a sentir más miedo en situaciones poco predecibles como la oscuridad.
Trabajo en consulta: se consideran descripciones parentales, observación clínica y patrones de respuesta ante la novedad.

Cómo ayudar a un niño con miedo a la oscuridad: recomendaciones basadas en la psicología
Acompañar a un niño con miedo a la oscuridad requiere un equilibrio entre ofrecer seguridad y fomentar autonomía. Estas estrategias están respaldadas por la psicología infantil y son fáciles de aplicar en casa:
Validar el miedo sin reforzarlo
Los niños necesitan sentir que lo que les ocurre es comprensible, pero sin que el adulto confirme que la oscuridad es peligrosa.
- Qué sí hacer: “Entiendo que te asustes cuando está oscuro. Estoy aquí contigo.” Intentar poco a poco acompañarle para ir soltando de manera gradual, conectando con habilidades de valor para él, por ejemplo, estar en una misión y vigilar, reforzando ser tan valiente como BATMAN, quien sale por las noches para cuidar.
- Qué no hacer: permitir que el niño evite siempre la oscuridad o “luchar” contra el miedo con frases como “no pasa nada, no seas bebé”.
Validar calma, pero reforzar la evitación alimenta el miedo.
Rutinas de sueño calmadas y predecibles
Una estructura repetitiva antes de dormir reduce la activación y anticipación ansiosa.
- Evitar pantallas al menos 60 minutos antes.
- Actividades tranquilas: baño templado, lectura, música suave.
- Mantener horarios consistentes y un ambiente relajado.
Cuando la rutina es siempre la misma, el niño sabe qué esperar y su cuerpo se prepara para el descanso.

Uso de recursos simbólicos
Los recursos simbólicos permiten al niño expresar, comprender y “domesticar” el miedo.
- Cuentos terapéuticos sobre la oscuridad y la valentía.
- Juegos de rol donde el niño “ilumina” monstruos con una linterna y descubre que desaparecen.
- Objetos transicionales (peluche calmante, luz tenue) usados como apoyo, no como dependencia.
Estos elementos convierten la oscuridad en algo más manejable y menos desconocido. Pero, siempre usándolos de manera progresiva, como andamiaje, mientras se conecta con habilidades y/o personajes de valor para el niño.
Técnicas de relajación adaptadas a niños
Estas técnicas ayudan a disminuir la activación física asociada al miedo a la oscuridad en los niños.
- Respiración lenta: soplar una vela imaginaria, inflar un globo con la tripa.
- Relajación muscular: “apretamos un limón y lo soltamos”, “nos convertimos en espaguetis blanditos”.
- Visualizaciones tranquilas: imaginar un lugar seguro o una historia relajante.
Cuando el cuerpo se calma, la mente genera menos pensamientos de amenaza.
Exposición gradual y acompañada
Es una técnica muy eficaz y respetuosa si se hace paso a paso:
- Comenzar con momentos muy breves en una habitación con poca luz.
- Aumentar el tiempo conforme el niño se sienta seguro.
- El adulto acompaña al principio, luego se va retirando poco a poco.
- Celebrar cada pequeño avance sin presionar.
La exposición permite al niño comprobar que puede con la oscuridad y que el miedo disminuye cuando deja de evitarla.

¿Qué se hace en terapia psicológica para tratar el miedo a la oscuridad?
Como psicólogos expertos en adolescentes y niños en Madrid, en CORE trabajamos respetando las emociones del niño y acompañando también a la familia. Nuestro enfoque se sintetiza en los siguientes puntos:
- Recogemos información tanto de la familia como de los padres para poder valorar la situación y realizar un buen análisis.
- Trabajamos con el menor para saber qué cosas son las que le mueven y, por tanto, las consecuencias que tiene para él estar bajo el control de la emoción.
- Utilizamos lo que le gusta y considera valioso como medio para poder exponerse al miedo.
- Trabajamos tanto con el niño, como con la familia, el tomar perspectiva de las propias emociones y pensamientos relacionados con el miedo, pudiendo notar y, aún así, elegir seguir con la misión, sin quedarse pegados.
- Diseñamos escenarios de exposición tanto dentro como fuera de sesiones, acompañándolo de técnicas clásicas como la economía de fichas para el manejo de consecuencias, teniendo en cuenta el valor y la función de su conducta.
- Se trabaja con las familias de la misma manera, para que sean participes en esos escenarios, reforzando los pequeños avances y manejando la economía de fichas.
- Finalmente, se van retirando y se van reforzando los logros conseguidos, acompañando al menor a ver cómo es más grande que su miedo y acercándolo a lo que realmente le hace sentir quien quiere ser.
Acompañamiento profesional para los miedos infantiles
El miedo a la oscuridad en los niños no desaparece de un día para otro. Hay que enseñarles a relacionarse con él de una forma más segura, flexible y valiosa para su vida.
Con acompañamiento profesional y la implicación de la familia, ellos mismos descubren que pueden actuar incluso cuando sienten miedo, ganando autonomía, confianza y bienestar en su día a día. Con el tiempo, la oscuridad deja de ser un obstáculo y se convierte en una oportunidad para crecer.
