Todas las relaciones atraviesan momentos de cambio, duda o tensión. Es natural que existan diferencias, malentendidos o, incluso, distanciamiento a lo largo del tiempo. Lo importante no es evitar los conflictos, sino saber cómo gestionarlos cuando aparecen.
Sin embargo, no siempre es fácil saber cuándo ir a terapia de pareja. Este malestar puede aparecer de forma silenciosa, otras veces surge tras una discusión intensa o una situación que marca un antes y un después.
También puede ocurrir que lo que empezó como una conexión profunda se convierte en una rutina tensa o en una distancia emocional que cuesta reconocer. En otras ocasiones, surgen conflictos puntuales pero intensos, que remueven los cimientos de la relación.
Y, en medio de estas situaciones, dos preguntas habituales: ¿Deberíamos buscar ayuda ya o esperar un poco más? ¿Estamos atravesando una crisis pasajera o hay algo más profundo que no estamos sabiendo manejar?
En cualquier caso, pedir ayuda profesional puede ser un paso valiente para entender qué está pasando y recuperar el bienestar en la relación.
Señales o razones para saber cuándo acudir a terapia de pareja
No siempre es fácil reconocer cuándo ir a terapia de pareja, pero hay señales que pueden alertarnos de que la relación necesita un espacio profesional para reencontrarse, sanar heridas o tomar decisiones difíciles. A veces se trata de un distanciamiento progresivo, otras veces de una discusión que no tiene marcha atrás. Sea como sea, detectar esos momentos es el primer paso para abordar los problemas de forma saludable.
Acudir a un psicólogo de parejas no implica necesariamente que la relación esté rota o que no haya solución. De hecho, muchas parejas deciden iniciar este proceso cuando todavía hay mucho por reconstruir, pero ya no saben cómo hacerlo por su cuenta.
En los siguientes apartados te mostramos algunos de los motivos más habituales, y que coincide con lo que solemos ver en nuestra consulta de Sanchinarro y en nuestras sesiones online, por los que acudir a terapia puede ayudar a la relación o a cada persona en particular.
Problemas de comunicación
Uno de los principales problemas en la terapia de pareja, es la comunicación. Cada uno de los miembros, según su experiencia y aprendizaje, suele adquirir un patrón de comunicación basado en las circunstancias de vida y personales del momento.
Esto conlleva, quizás, dar por supuesto reglas de funcionamiento, tales como:
- Dar por hecho que la otra persona sabe lo que queremos o lo que nos pasa
- Emitir el mensaje pensando que llegará de la misma manera que lo estamos pensando
- Dar por sentada la intencionalidad de la otra persona respecto a lo que hará o dirá
- Quedarnos pegados a lo que pensamos o sentimos sin dar oportunidad a escuchar al otro
- Creer que nuestro pensamiento u opinión es el que tiene validez sin dar opciones a buscar alternativas
- Mostrar indiferencia a lo que nos comunican, invalidando los sentimientos y pensamientos de la otra persona
- Reprochar constantemente problemas del pasado
- Utilizar el silencio como herramienta, no llegando a comunicar nada. Pudiendo conllevar una explosión de información puntual en un momento dado.
En una sesión de terapia de pareja trabajamos de forma conjunta para identificar estos patrones, mejorar la forma en la que cada uno expresa lo que siente y piensa, y fomentar una comunicación más clara, empática y abierta.
Interferencia de la familia extensa
Es habitual que los problemas y/o decisiones relacionados o provenientes de las relaciones familiares extensas puedan interferir de manera significativa en la relación de pareja.
Las familias de origen suelen tener dinámicas, valores y formas de comunicación muy distintas, lo que puede generar tensiones y malentendidos entre ambos miembros. Por ejemplo, diferencias en la manera de gestionar el tiempo con los familiares, desacuerdos sobre límites o influencias externas sobre decisiones importantes pueden provocar conflictos recurrentes.
Esta interferencia puede llevar a desacuerdos que, si no se abordan, terminan en enfrentamientos y en una polarización de posturas donde cada miembro se posiciona de manera rígida en defensa de su familia, dificultando la búsqueda de acuerdos y el bienestar común.
Infidelidad
Otro de los motivos claves para ir a terapia de pareja es la infidelidad: un concepto muy particular, ya que cada persona puede tener reglas respecto a qué es o no es ser infiel.
Sin embargo, cuando ocurre o, alguno de los miembros de la pareja lo considera como tal, ante el cual se considera que han roto los esquemas o acuerdos previamente establecidos, puede aparecer una crisis que afecta al equilibrio y funcionamiento habitual de la pareja.
Esta situación suele generar un profundo impacto emocional que puede ser difícil de gestionar sin ayuda profesional. Si quieres conocer más sobre las consecuencias emocionales que puede dejar un acto infiel, te invitamos a leer nuestro artículo detallado sobre las secuelas de la infidelidad.
Crisis concretas
Ante la aparición de un estresor mayor como la pérdida de trabajo de uno de los miembros, casarse, comprar una casa, tener hijos o la pérdida de un ser querido, pueden ser de gran interferencia de la estabilidad de la pareja.
Estos momentos de crisis suelen generar tensiones inesperadas que pueden poner a prueba la capacidad de adaptación y apoyo mutuo dentro de la relación. Y la manera en que ambos afrontan estos cambios puede fortalecer o debilitar la misma.
Por tanto, una sesión de terapia ofrece un espacio seguro para gestionar las emociones, mejorar la comunicación y encontrar estrategias conjuntas para superar las dificultades.
Indecisión ante los planes de futuro
Los planes de futuro suelen ser parte de la dirección valiosa de la pareja, ya que suelen tener una misma dirección. Sin embargo, es normal que en ciertos momentos estos planes puedan generar dudas o incluso varias a lo largo del tiempo, por igual o de manera diferente en cada miembro de la pareja.
Por ello, es necesario poder revisar el punto en el que se encuentra y el grado de importancia para cada uno. Este análisis conjunto permite identificar si existen discrepancias que necesitan ser abordadas para evitar malentendidos o frustraciones, facilitando así la toma de decisiones compartidas que refuercen el compromiso y la armonía en la relación.
Problemas en las relaciones íntimas
En ocasiones, se ve alterado el bienestar íntimo de la pareja, referido a la parte sexual-afectiva, lo que implica una disminución o apatía por tener relaciones sexuales o de intimidad, tales como acercamientos, gestos de admiración y cariño, caricias, besos o abrazos, entre otros.
Estos cambios pueden estar relacionados con factores emocionales, ansiedad, problemas de comunicación o conflictos no resueltos, que afectan la conexión y la confianza entre ambos. Trabajar estos problemas ayuda a recuperar la cercanía emocional y establecer una nueva forma de relacionarse que fortalezca el vínculo íntimo.
Falta de compromiso
Otra de las señales para saber cuándo ir a terapia de pareja es por la falta de compromiso de uno de los miembros, quien quizá quiere estar en la relación, pero no participa activamente en las decisiones o elecciones que afectan a ambos. Esto puede generar un desgaste importante en la convivencia y en el vínculo emocional.
Este desinterés o pasividad provoca sentimientos de soledad, frustración y desconexión, afectando la estabilidad grupal. En consulta trabajamos para identificar las causas de esta falta de implicación y fomentar un compromiso genuino que fortalezca la relación.
Dependencia emocional
La dependencia emocional puede venir derivada de la historia de vida personal de cada miembro de la pareja, que suele influir en el tipo de funcionamiento común, llegando a generar un enganche en la relación. Ello impide funcionar con flexibilidad y en dirección a lo que es importante para cada miembro y, por ende, para la relación.
Cuando una de las partes no se siente capaz de tomar decisiones sin el otro o teme constantemente al abandono, se pierde el equilibrio necesario para construir una relación sana y libre.
Dificultades para romper la relación
Cuando la decisión que se toma está orientada en romper y finalizar la relación como pareja, suelen aparecer dificultades a la hora de ejecutarla, ya que las emociones pueden invadirnos, dejándonos llevar por la pena, la tristeza, el miedo o incluso el rencor.
También podemos encontrar obstáculos a la hora de negociar, gestionar, organizar o comunicar a otros miembros o personas allegadas la decisión. Estas dificultades no solo alargan el proceso, sino que pueden generar mayor sufrimiento si no se gestionan con apoyo y claridad emocional.
Celos y desconfianza
La última de las señales que vamos a tratar hoy y que también suponen un punto de inflexión para saber cuándo ir a terapia de pareja son los celos. En un primer momento son funcionales, como cualquier emoción, es decir, aparecen en las relaciones de pareja a raíz del vínculo y apego que desarrollamos con la persona amada, con el fin de favorecer el cuidado y estabilidad de la pareja.
Sin embargo, cuando los celos pasan la barrera y comienzan a afectar a la relación, con una interferencia recurrente, derivando a conductas de control, pensamientos negativos hacia uno mismo y el otro, desconfianza, necesidad de contacto constante, etc., pueden desgastar y fracturar la relación.
¿Crees que ha llegado el momento de dar un paso más en tu relación?
Si te has sentido identificado o identificada con alguna de estas situaciones, puede que te estés preguntando cuándo es mejor acudir a terapia de pareja. A menudo, esperar demasiado solo agrava los problemas, mientras que acudir a tiempo permite trabajar sobre ellos con más claridad y opciones de mejora.
La terapia no es solo para momentos críticos: también puede ser un espacio para fortalecer el vínculo y mejorar la convivencia. Como expertos en terapia de pareja en Madrid, en CORE Psicólogos te ofrecemos un entorno profesional, cercano y seguro donde os acompañamos para resolver conflictos, tomar decisiones difíciles o, simplemente, reconectar.