¿Alguna vez te has preguntado cómo empiezan los problemas alimenticios y qué podemos hacer para evitarlos? Esta conducta no suele aparecer de un día para otro, sino que se desarrolla poco a poco en silencio. Saber detectarlos a tiempo puede ser decisivo para que la recuperación sea más sencilla y no se convierta en un proceso largo y doloroso.

En este artículo te vamos a explicar cómo prevenir los trastornos alimentarios a través de la detección temprana de ciertas señales, el acompañamiento adecuado y el acceso a un tratamiento psicoterapéutico especializado.

La detección precoz de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) es un factor que influye directamente en el pronóstico de recuperación. Cuanto antes se identifiquen los signos de alarma, más posibilidades existen de evitar complicaciones físicas, la consolidación de síntomas y un mayor deterioro emocional.

El problema es que muchos casos permanecen ocultos durante meses o, incluso, años. Y es que, no siempre los síntomas son visibles. En ocasiones, se confunden con conductas aparentemente saludables, lo que retrasa la búsqueda de ayuda profesional.

Por eso es tan importante sensibilizar a familias, docentes, profesionales sanitarios y entrenadores deportivos, ya que en estos entornos suelen aparecer los primeros signos. Promover la prevención de un TCA en estos espacios es una forma de reducir el tiempo de invisibilidad y favorecer una intervención más temprana.

 

Barreras que retrasan la detección de un TCA

Uno de los mayores retos en la prevención de los trastornos de la conducta alimentaria es que los síntomas, a veces, se esconden o se interpretan como comportamientos “normales” o, incluso, valorados socialmente. Sirvan de ejemplo el éxito académico, la disciplina deportiva o la autoexigencia constante.

A esta invisibilidad se suman distintos factores que dificultan la detección temprana:

  • Normalización del control alimentario, con prácticas como ayunos intermitentes o dietas estrictas que pueden disfrazar conductas de riesgo.
  • Estigmas asociados al peso, ya que no todas las personas con un TCA presentan delgadez marcada.
  • Negación del problema y resistencia a pedir ayuda, por miedo, vergüenza o falta de conciencia sobre lo que está ocurriendo.
  • Desconocimiento del entorno, que impide a familiares, docentes o compañeros identificar a tiempo los primeros signos de alarma.

Superar estas barreras es un paso clave para saber cómo prevenir los problemas alimenticios, ya que cuanto antes se reconozcan los cambios de conducta, antes se puede ofrecer apoyo y acompañamiento especializado.

Si quieres profundizar un poco más en la materia conoce a fondo qué son los trastornos alimentarios.

prevención de los trastornos de la conducta alimentaria

 

Signos de alerta por niveles

La detección precoz de un TCA no depende únicamente del entorno clínico. Padres, madres, docentes, entrenadores, parejas, amistades o compañeros de trabajo pueden convertirse en figuras clave para identificar cambios sutiles pero significativos.

Visibilizar estas señales es un paso esencial en la prevención de los TCA y puede ayudar a que la persona reciba ayuda antes de que el problema se agrave.

 

A nivel conductual

  • Cambios bruscos en los hábitos alimentarios: saltarse comidas, excusarse para no comer o preparar platos para otros sin probarlos.
  • Dietas muy estrictas o cambios repentinos de estilo de alimentación (por ejemplo, hacerse vegano/a de forma repentina) que esconden una restricción.
  • Episodios de ingesta compulsiva seguidos de vómito, ayuno o ejercicio físico excesivo.
  • Conductas repetitivas frente al espejo o pesarse varias veces al día.
  • Aislamiento social, especialmente en momentos relacionados con la comida.
  • Ocultamiento de hábitos alimentarios o incomodidad extrema al hablar de este tema.

 

A nivel emocional y relacional

  • Cambios de humor sin causa aparente: irritabilidad, ansiedad, retraimiento.
  • Hipersensibilidad a comentarios sobre el propio cuerpo o el de los demás.
  • Excesiva autoexigencia, perfeccionismo o conductas de autocastigo.
  • Baja autoestima y verbalizaciones de inutilidad o inseguridad.
  • Rechazo al contacto físico o expresiones como “me siento enorme” o “mi cuerpo es horrible”.

 

A nivel fisiológico

  • Fatiga crónica, debilidad y mareos frecuentes.
  • Pérdida de la menstruación o irregularidades menstruales en las mujeres.
  • Caída de cabello, uñas frágiles, piel seca o cambios en la temperatura corporal.
  • Problemas digestivos habituales como estreñimiento o digestiones muy lentas.
  • Evidencias de vómito: daños dentales, olor ácido en el aliento, voz ronca o callos en los nudillos.

 

Cómo acompañar sin dañar

Los problemas alimenticios deterioran de manera significativa la calidad de vida. Afectan al bienestar físico, a las relaciones sociales y al equilibrio emocional. Por eso, reconocer las señales de alarma y actuar con sensibilidad es un paso clave en la prevención de un TCA.

La detección precoz permite intervenir antes de que el problema se cronifique y ofrece la posibilidad de reconstruir la relación con el cuerpo y la comida desde un lugar de cuidado y seguridad.

Si percibes indicios en ti o en alguien cercano, no esperes a tener certeza absoluta. Es preferible acompañar con empatía que dejar que el trastorno avance.

prevenir trastorno alimentario

 

Estas son algunas pautas prácticas para acompañar sin dañar:

  • Abrir un espacio de conversación empática y sin juicios, centrado en cómo se siente la persona, no en su peso o en lo que come.
  • Evitar confrontaciones o ultimátums, que solo refuerzan el aislamiento y la desconfianza.
  • Acompañar sin ejercer control. La función del entorno es contener emocionalmente, no vigilar los hábitos alimentarios.

Estos gestos, aunque sencillos, pueden marcar un punto de inflexión en cómo prevenir los problemas alimenticios y favorecer que la persona busque ayuda profesional.

 

Tratamiento psicoterapéutico de los trastornos alimentarios

El tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria no se limita a cambiar la alimentación o al control del peso. Son problemas complejos que afectan a la identidad, las emociones y las relaciones.

Por eso, un abordaje eficaz necesita ir más allá del síntoma visible y trabajar la historia personal, los vínculos y los recursos emocionales que la persona tiene para afrontar su malestar.

En CORE Psicólogos entendemos que cada proceso es único y que la prevención de un TCA también pasa por ofrecer tratamientos individualizados, multidisciplinares y sostenidos en el tiempo. Solo así se pueden abordar los diferentes niveles implicados en el trastorno y acompañar a la persona en un cambio profundo y estable.

 

Trabajo inicial desde un modelo integrador

Nuestro equipo trabaja desde un enfoque psicoterapéutico integrador, que combina técnicas basadas en la evidencia con una mirada relacional y respetuosa con el ritmo de cada paciente.

El primer paso es realizar una evaluación completa que permita definir un plan terapéutico ajustado y empezar a construir una alianza terapéutica segura y empática.

En esta valoración inicial se exploran los siguientes aspectos:

  • Tipo de TCA y su evolución.
  • Factores de mantenimiento (psicológicos, familiares, sociales).
  • Estilo de apego y estrategias de regulación emocional.
  • Relación con el cuerpo, la comida y la identidad.
  • Presencia de comorbilidades (ansiedad, depresión, trauma, autolesión).
  • Grado de motivación y conciencia del problema.

 

prevencion TCA

 

Herramientas terapéuticas que utilizamos en CORE 

Ningún método único puede responder a la complejidad de un TCA. Por eso trabajamos de forma integradora con distintas orientaciones complementarias:

  • Terapia cognitivo-conductual (TCC)
    Ayuda a identificar pensamientos distorsionados, establecer pautas de regularización alimentaria, reducir conductas de compensación y trabajar creencias disfuncionales.
  • Terapia EMDR
    Indicada para personas con historia de trauma, bullying o experiencias relacionales difíciles, permite reprocesar recuerdos que siguen generando malestar.
  • Terapias basadas en la compasión
    Fomentan una relación más amable con uno mismo, reducen la culpa y el rechazo corporal y favorecen la autoaceptación.
  • Terapia sistémica
    Especialmente útil en adolescentes o cuando hay dinámicas familiares implicadas. Ayuda a revisar patrones relacionales sin culpabilizar y aporta recursos prácticos para momentos críticos.
  • Modelo de apego
    Permite entender la función relacional del síntoma, abordar heridas emocionales y construir una base terapéutica segura desde la que desarrollar vínculos más saludables.

 

Competencias que entrenamos durante el proceso

Además del trabajo clínico, en CORE Psicólogos acompañamos el desarrollo de habilidades que fortalecen la recuperación, como:

  • Psicoeducación emocional: aprender a identificar y diferenciar emociones básicas.
  • Conciencia corporal: reconectar con señales internas de hambre, saciedad y malestar físico-emocional.
  • Estrategias de regulación adaptativa: técnicas de respiración, grounding, escritura emocional y autocompasión.
  • Revisión de creencias limitantes: cuestionar ideas sobre control, perfección o valor personal asociado al cuerpo.
  • Procesamiento de experiencias no elaboradas: especialmente en quienes han vivido abuso, negligencia o vínculos dañinos.

Como ves, sanar un trastorno alimentario no significa únicamente cambiar la alimentación. También implica transformar la relación con uno mismo y con los demás.

 

En CORE, como psicólogos expertos en trastornos alimenticios, en nuestra clínica de Sanchinarro (norte de Madrid) ofrecemos un espacio seguro, especializado y respetuoso para quienes atraviesan este problema.

Si buscas orientación sobre cómo tratar o prevenir los trastornos alimentarios, o necesitas apoyo profesional, estamos aquí para acompañarte.