El verano suele asociarse con el descanso, la desconexión y tiempo de calidad en las relaciones sentimentales. Pero, paradójicamente, también es una de las épocas del año en la que más crisis de pareja hay. Así lo constatamos en CORE tras la vuelta de las vacaciones, y así lo reflejan diversos estudios estadísticos.

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) destaca que septiembre suele registrar un incremento del 20 % en las demandas de divorcio respecto a la media anual. El Instituto Nacional de Estadística también confirma esta tendencia: el número de divorcios en el cuarto trimestre suele ser un 15 % superior al del tercero.

Esta situación no es exclusiva de España, ya que otros estudios de Europa y Estados Unidos apuntan a incrementos similares, con porcentajes de entre un 10 % y un 30 % en las separaciones tras la época estival. Además, las disoluciones matrimoniales siguen aumentando. Crecieron un 3,6 % en 2024, respecto al año anterior, según el CGPJ.

Las crisis de pareja en verano son mucho más habituales de lo que imaginamos. Pasar más tiempo juntos, los cambios de rutina, el cansancio acumulado o las expectativas poco realistas, pueden tensar el vínculo y hacer visibles problemas latentes.

Sigue leyendo para saber por qué ocurre esto y qué estrategias pueden ayudarte a prevenir o afrontar este tipo de situaciones.

 

Factores que explican las crisis de pareja en verano

 

Aunque la época estival suele asociarse al descanso, el buen tiempo y la desconexión, también puede convertirse en una etapa especialmente vulnerable para muchas relaciones.

La ansiedad y el estrés por la conclusión del periodo de trabajo y los preparativos de las vacaciones o las expectativas poco realistas son solo algunos de los aspectos que pueden intensificar tensiones previas o hacer aflorar nuevos conflictos.

A continuación, repasamos en detalle algunas de las causas más comunes que propician las crisis de pareja en verano.

 

superar una crisis de pareja

 

Tiempo compartido

En vacaciones, solemos pasar más tiempo con nuestra pareja, ya sea porque descansamos o porque trabajamos en jornadas diferentes a las habituales. Esta mayor convivencia reduce los momentos de evasión y puede aumentar la exposición a conflictos.

Como ya ocurrió durante la pandemia, aunque en un contexto más extremo, las vacaciones de verano revelan nuevas facetas de la convivencia y de nuestra manera de responder ante situaciones distintas a las cotidianas.

 

Estresores

Los viajes y preparativos vacacionales, lejos de ser siempre motivo de disfrute, pueden convertirse en un foco de estrés. Estos son algunos factores que pueden incrementar la tensión:

  • El ritmo acelerado
  • Los desplazamientos
  • Desigualdad en el reparto de responsabilidades

Aunque ambos miembros deberían disfrutar por igual, en muchas ocasiones solo se detiene la actividad laboral, pero no las obligaciones familiares o del hogar.

 

Falta de intimidad

Las vacaciones no siempre equivalen a intimidad. En muchos casos, se comparten alojamientos con las familias de origen o con hijos, ya sea por tradición o por motivos económicos.

Esta situación puede reducir considerablemente los espacios de privacidad e intensificar la sensación de falta de conexión emocional y física con la otra persona.

 

Expectativas poco realistas

Idealizar las vacaciones y proyectar en ellas emociones, escenarios y comportamientos esperados del otro suelen generar una gran frustración cuando no se cumplen esas expectativas.

Esta decepción suele tener su origen en una comunicación escasa o poco clara: deseos, necesidades o límites que no se comparten, y que terminan generando malestar o conflicto.

 

ayuda crisis pareja

 

Desequilibrio en la toma de decisiones

No compartir la misma visión de lo que significa “disfrutar las vacaciones” puede derivar en fricciones a la hora de elegir destinos o actividades. A esto se suma, en algunos casos, una implicación desigual en los preparativos, que refleja diferencias más profundas en los roles asumidos dentro de la relación.

Todo ello puede alimentar el resentimiento o la sensación de descompensación emocional.

 

Cambios en el deseo sexual

Las vacaciones no siempre aumentan el deseo sexual. Factores como el cansancio, la falta de intimidad, el estado emocional o las expectativas no realistas pueden generar diferencias en este plano y generar esa crisis de pareja durante el verano.

También hay mitos muy instalados, como la idea de que relajarse debe traducirse en mayor deseo, cuando lo cierto es que cada persona y cada vínculo viven ese deseo de forma distinta.

 

Diferencia en las ocupaciones

En ocasiones, uno de los miembros sigue trabajando mientras el otro está de vacaciones. Esta diferencia puede alterar el equilibrio en la convivencia, especialmente si comparten espacio físico, por estos motivos:

  • El miembro que trabaja está influenciado por el estrés laboral o los condicionantes laborales, como puede ser el horario, frente a la flexibilidad del otro miembro.
  • En caso de tener hijos o responsabilidades familiares, y ante la ocupación laboral de uno de los miembros, puede que la responsabilidad de los menores y de la casa recaiga sobre la persona que está de vacaciones.

 

 Claves que ayudan a superar una crisis de pareja durante el verano

 

crisis pareja verano

 

Como has podido leer más arriba, existen muchas variables que dan explicación al aumento de las crisis de pareja en verano. No obstante, no se puede generalizar, ya que habría que tener en cuenta las variables específicas de cada caso y el contexto concreto.

Sin embargo, por nuestra experiencia en consulta, sabemos que para poder prevenir y trabajar sobre alguna de estas variables, es importante tener en cuenta los siguientes puntos:

  • Comunicación. Resulta clave poder compartir con la otra persona las preocupaciones, necesidades y deseos respecto a lo que queremos en vacaciones.
  • Construcción en equipo. Las vacaciones son algo esperado para todos, donde se invierte en términos emocionales, relacionales y económicos. Poder hacer una lluvia de ideas y debatir en función de las necesidades de la pareja, puede facilitar y evitar la idealización de expectativas.
  • Definir los roles y las responsabilidades. Esto es algo que responde a la relación en sí, con independencia de los periodos estacionales.
    Pero, saber qué función cumplimos en la relación y en la familia, genera seguridad y confianza. Así como identificar nuestras responsabilidades evita conflictos y facilita el trabajo en equipo.

 

Aunque la terapia de pareja funciona, trabajar estos aspectos no siempre es fácil sin un espacio adecuado para la reflexión y el diálogo. A veces, por más que lo intentamos, nos encontramos repitiendo dinámicas que generan malestar o sintiéndonos lejos de la persona con la que compartimos nuestra vida.

En esos momentos, pedir ayuda no es un signo de fracaso, sino una forma de cuidar la relación y darse una nueva oportunidad. Como expertos en terapia de pareja, en CORE Psicólogos os ayudamos entender qué está pasando y cómo recuperar el vínculo.

 

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